Quería escribir esta entrada porque en la última
sesión de clase que tuvimos algo se quedó dando vueltas dentro de mí y he
sentido la necesidad de compartirlo por aquí.
Aquello de lo que hablo y lo que me dejo
reflexionando, tiene que ver con la conversación que tuvimos con nuestra
profesora Pilar donde nos mostraba en cierta parte su desconcierto y preocupación
por nuestra manera de entender sus clases, ya que cierto es, que no son como el
resto de las clases que tenemos en la carrera, incluso en mi caso, no son como
ninguna clase que haya tenido nunca. Creo que justamente ese es el problema,
personalmente nunca me han enseñado lo que realmente es el arte, lo que
significa y lo que supone. Ahora me empiezo a dar cuenta que el arte no es algo
dirigido, no se puede manejar o controlar, nadie nos puede conducir a la expresión
de nuestro propio ser y eso es lo que nos desconcierta y nos confunde;
generalmente estamos muy acostumbrados a ser guiados, o mejor dicho adiestrados
a hacer lo que quieren que hagamos, y cuando nos dejan el poder de hacer lo que
realmente queremos no sabemos cómo canalizar tanta libertad. Y mientras lo
escribo me genera tristeza el hecho de pensar que hasta ahora, no nos hayan enseñado
a desnudar nuestro alma, que no nos enseñaran la existencia del arte como vía
de escape y fiel refugio de nuestros sentimientos. Siempre he sabido la
importancia que tiene la medicina, capaz de curar el cuerpo de las personas, la
importancia de las herramientas que arreglan cualquier mecanismo o estructura;
pero es ahora cuando me empiezo a dar cuenta de la importancia del arte, capaz
de tocar las profundidades de un alma y el corazón.
Soraya Campanero Fernández
Gracias Soraya, qué bonito lo que dices. Y qué gran responsabilidad tenemos con el ejercicio de esa libertad. Y qué gran poder
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